3.5.06

Preguntar y darse cuenta





"No preguntes tanto"... oyen decir muchos niños en sus casas. "No me interesa escuchar lo que usted no sabe; quiero escuchar lo que usted sabe"... oyen muchos estudiantes en las escuelas. "No me traiga dudas ni problemas; tráigame respuestas y soluciones"... oyen muchos empleados en el trabajo.

Disuadir a la gente de preguntar es cosa muy común en las familias, en la educación y en el trabajo. Esto es muy desafortunado, ya que hacer preguntas importantes es una de las principales maneras que tenemos -desde la niñez- de poner a funcionar nuestras capacidades naturales de organizarnos, para conversar en forma creativa, explorar, indagar y aprender.

Hacer preguntas es indispensable para crear "el futuro que queremos", en lugar de estar obligados a vivir "el futuro que nos toca".

Ocurre que hacer preguntas produce la inquietante sensación de que ya no estemos muy seguros de lo que vemos. Nos percatamos de que lo que vemos es una apariencia. Si se indaga un poco en cualquier situación,nada es lo que parece ser. Una amplia mayoría de personas pasan la vida entre apariencias y con ellas se satisfacen: apariencias de felicidad, apariencias de amor, apariencias de alegría...

Cuando uno despierta, quiere conocer lo que se oculta detrás de las apariencias. Si despertamos y tomamos conciencia de las apariencias, anhelaremos un conocimiento más profundo. Pero... ¿cómo despertarnos? Cuando las apariencias entran en crisis, cuando fallan, se produce una fractura. La realidad se desgarra como un velo. Allí nos detenemos y pensamos. Es cierto que perdemos la protección que nos brindaban nuestras apariencias, pero comenzamos a darnos cuenta... y eso es una dicha.