15.3.11

La muerte en las culturas orientales


Por Ramón Maceiras López
Muchos comentaristas occidentales reseñan con extrañeza la estoica actitud con la cual los japoneses han enfrentado el maremoto que arrasó una parte de su territorio. Se escuchan toda clase de teorías, una de las cuales da risa :"es que están acostumbrados a obedecer". He aquí una muestra más de la profunda ignorancia que los occidentales tienen sobre las culturas orientales y también las árabes y musulmanas, como han demostrado las macarrónicas interpretaciones escuchadas y léidas sobre los hechos políticos del norte de África.

Probablemente en todas las culturas del planeta Tierra el hombre teme a la muerte. Parece que el instinto de conservación desde la ameba hasta el hombre hace que un ser viviente trate con todas sus fuerzas de conservar su vida. El temor puede funcionar como un mecanismo muy útil para la preservación de las especies. Sin embargo, parece que en los estudios interculturales es posible encontrar diferencias cualitativas en las actitudes de los hombres en relación con la muerte.

Malinovski establece que: «... para el hombre primitivo la muerte tiene principalmente el sentido de un pasaje hacia la resurrección. Ve la declinación como una etapa del renacimiento, la abundancia del otoño y el declinar del invierno como un preludio al despertar de la primavera.»

Esta es una visión poética de la muerte. pero tiene implicaciones psicológicas. En este contexto, es importante insistir sobre el hecho de que la antropología moderna, al estudiar los pueblos «primitivos», reconoce que la magia y la religión no son solamente una doctrina o una filosofía, ni simplemente un conjunto intelectual de opiniones, sino un modo especial de conducta, una actitud pragmática hecha a la vez de razón, de sentimiento y de voluntad. Es un sistema psicológico con sus modos de acción específicos y un fenómeno sociológico tanto como una manera experiencial de ser.

Una tal concepción de la muerte como un proceso universal de la naturaleza disminuye ciertamente el temor, facilitando su integración de la vida de todos los días. El temor en sí mismo es una herramienta útil de la naturaleza, advirtiendo a los seres vivientes de los diferentes peligros a los que pueden estar expuestos dentro de un cierto ambiente. El temor puede llegar a ser nocivo cuando tratamos de escapar de él rechazándolo en lugar de expresar esta emoción vital.

Al interior de las culturas orientales y «primitivas», el temor de la muerte es aceptado y aun utilizado para facilitar el crecimiento psicológico del individuo y del grupo. Entre los tibetanos, por ejemplo, sus actitudes hacia la muerte y la agonía están desprovistas del tabú general que encontramos en Occidente. Allá, se encuentra a la muerte con respeto y veneración. Y la existencia de la muerte llega a ser un estimulante para el desarrollo del hombre, Este crecimiento psicológico es subrayado durante toda la vida, y especialmente cuando la persona está moribunda. Un principio de base del sistema budista - que impregna la vida de los tibetanos - es el carácter transitorio y el cambio constante del universo entero. Allí, la existencia de la muerte es utilizada como un elemento psicológico indispensable para la consciencia del carácter transitorio de la vida, del cambio de todas las cosas y del valor precioso de este momento mismo del aquí y el ahora. En este sentido, la muerte no es vista como un enemigo que se debe combatir y evitar a toda costa, sino como un aspecto indispensable de la vida, En otras culturas orientales la actitud hacia la muerte es también de respeto y aceptación. Esto puede haber cambiado algo en China y Mongolia, donde una filosofía materialista y una industrialización intensa han predominado desde el advenimiento del marxismo en esos países. Mientras más avanza un país en una tecnología materialista - Europa, EE.UU., Canadá - más hay una tendencia a poner énfasis sobre el tabú de la muerte con sus consecuencias negativas.

En cambio, en ciertos países donde la industrialización y la tecnología no han llegado a su máximo- México, Venezuela, Brasil - el tabú de la muerte no es tan fuerte. En México, por ejemplo, hay un día especial de la muerte y toda la población toma parte en festividades muy interesantes, donde la muerte es reverenciada y se la representa en actos teatrales, pinturas, esculturas populares, y donde es celebrada con alegría -bailes y banquetes - en los cementerios, en noviembre de cada año.


En los diferentes países orientales y culturas primitivas, aprender a morir es un aspecto esencial del arte de vivir. Manuales como el «Libro Tibetano de los Muertos» y el de los egipcios son recopilaciones muy antiguas, instrucciones para guiar al individuo en su viaje después de la muerte, tanto como para preparar
a la persona para su muerte biológica. Esta preparación para la muerte es, en efecto, una preparación para la vida, donde el individuo, liberado de sus temores y de sus angustias en relación con la existencia de la muerte, puede gozar de una existencia más satisfactoria y plena de sentido.

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