13.10.11

Emprendedores, crisis, éxito y redes sociales

En estos momentos en los que la incertidumbre es la nota más característica de la profunda crisis por la que atraviesa la economía y la sociedad mundial, revisar los factores personales, circunstanciales y sociales que pueden llevar al éxito o al fracaso a un emprendedor puede ser una tarea útil. A lo largo de los últimos cincuenta años mucho se ha escrito al respecto. ¿Nacen o se hacen los emprendedores? ¿Cuánto influye la cuna? ¿Es sólo sentido de la oportunidad? ¿Cuál es la influencia del factor suerte? ¿Es cierta la importancia que se le asigna a las redes sociales en el éxito de la actividad emprendedora? ¿Qué cambios hay que asumir y qué cosas nuevas aprender?

Una definición universalmente aceptada sobre el proceso de emprender es la formulada por la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard: “El proceso de crear o aprovechar una oportunidad y desarrollarla sin limitarse por los recursos con los cuales se cuente actualmente" (Timmons, 1994).  A lo largo de los años el debate se ha centrado en las cualidades que debe poseer el emprendedor. Una percepción muy norteamericana atribuye el mérito al “héroe”, al self made man que acomete la aventura como consecuencia de su personalidad...Una creencia ampliamente difundida, pero tal vez vez incompleta y exagerada.

Una cantidad de estudios de los años ´50 a ´90 señalaban que cuando alguien se destaca en sus logros, ello se debe a sus rasgos de persistencia y entusiasmo individual. Sin embargo, la misma persona, frecuentemente, resalta también la importancia de la situación o su entorno social. Realmente, actuando solos estamos muy limitados y es un error de atribución, en el lenguaje de cierta psicología, exagerar los méritos o las limitaciones del individuo, lo cual es habitual en nuestra cultura individualista y, a veces, narcisista.




El Análisis Transaccional, una escuela de psicología social creada por Eric Berne, habla del “Argumento de Vida”, un plan generado en la infancia bajo las influencias parentales, que reemplaza al concepto mágico de “destino”. Dicho argumento es familiar e incluye los roles y los vínculos de esa edad, los cuales tienden a ser repetidos en edades posteriores con personas similares. Y el emprendedor no es una excepción.

Cuando tuvo buenos modelos y apoyo en su infancia, su “programa mental”, sus metaprogramas (según la PNL), le facilitarán la creación de una red social emprendedora, interna en su negocio y externa en cuanto a proveedores, inversores y otras fuentes de financiación, clientes actuales y potenciales, asesores, etc. Todo esto es esencial para predecir quiénes triunfarán y quiénes fallarán. Por otra parte, está verificado que cuando la organización es pequeña, el liderazgo del fundador es mucho mayor que cuando posee grandes dimensiones y se profesionaliza.

En cuanto a la duración del negocio, las estadísticas internacionales son desfavorables e inflexibles. A los tres años del inicio de un emprendimiento, sólo perdura un 30% en pie; y a los cinco años, un 20%

Evolución de los enfoques de las características de emprendedores exitosos:
En la segunda década del Siglo XX el énfasis estaba, como lo mencionamos, en la búsqueda de rasgos de personalidad que predijeran el éxito. McClelland (1961) destacó, entre ellos, la gran necesidad de logro, aunque la asunción de riesgos resultó más moderada que la opinión general al respecto.

Ya en los ´90, Timmons halló consenso en cuanto a 6 características: 1- Compromiso y dedicación; 2- Liderazgo; 3- Búsqueda de las oportunidades; 4-Tolerancia de los riesgos e incertidumbre; 5- Creatividad y flexibilidad; y 6- Motivación para el logro, y superación.

Pero, adicionalmente, Bianchi (1993) añadió variables sociocultures como: 1- Tener padres autoempleados; 2- Haber sido despedido de más de un empleo; 3- Ser inmigrante o hijo de inmigrantes; 4- Experiencia previa en organizaciones medianas o grandes; 5- Ser el hijo o hija mayor; y 6- Poseer título universitario.
Sin embargo, los estudios de los últimos 30 años, con un enfoque más sistémico, indican que todos estos factores son sólo una parte de las razones del éxito emprendedor.

Curiosamente, de los 6 rasgos descriptos por Timmons, sólo el liderazgo se refiere a lo social. El resto corresponde también a individuos que se destacan solos, como algunos deportistas. Y, además del liderazgo, se requieren otras habilidades interpersonales, tales como los contactos con individuos cruciales para el proyecto, la comunicación efectiva, la toma de decisiones y la solución de problemas en forma conjunta. También la negociación, la formación y la conducción de equipos de trabajo. Todo ello interactuando con gente. Más de un 60% del tiempo de los directivos se dedica a reuniones y comunicaciones, de modo que es esencial manejarlas eficazmente. Y hoy día la utilización de las redes sociales es casi una herramienta básica para el éxito de cualquier iniciativa emprendedora

¡Las guerras no son ganadas o perdidas por los generales sino por todo el ejército! El héroe de la empresa innovadora no es el fundador, sino el equipo que forme. En síntesis, tanto los conocimientos y talentos individuales de los emprendedores como los de índole social son complementarios, no excluyentes. Aunque, frecuentemente, el fundador posee algunos de ellos y carece de otros, lo cual pone en peligro la continuidad del negocio. En esos casos, ayuda un socio que complete la gama de recursos requeridos...Muchas veces, la propia pareja. Donde el hombre produce y vende y la mujer administra, por ejemplo.

Personalmente, nos gusta el listado de Maxwell, resumido en la palabra REAL:Relaciones, Equipo, Actitud y Liderazgo. Resume los aspectos individuales, del entorno y de las otras personas necesarias para llevar al éxito cualquier actividad humana.



Ante la complejidad de la sociedad moderna, nosotros añadimos nuevos factores para conducir una actividad emprendedora a su consolidación: 1.- Actitud abierta al cambio; 2.- Aprendizaje permanente; 3.- Responsabilidad social emprendedora; 4.- Actitud abierta a las redes sociales; 5.- Actitud nueva hacia los clientes (prosumidores). 6.- Transparencia.

Volveremos sobre ello...

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