28.4.12

Sinestesias, solapamientos y traducciones



Por Ramón Maceiras López
Los sistemas representacionales se pueden usar en múltiples combinaciones en la comunicación.. Podemos recordar a una persona por las cualidades de su voz y a partir de allí generar una imagen visual de ella. E inmediatamente sentir en nuestro cuerpo la opinión que tenemos sobre ella, las sensaciones que esa persona produce en nosotros.

La información se puede recuperar a través de un sentido y a partir de allí representarla internamente a través de otro. La relación inmediata e inconsciente entre sentidos es lo que se llama sinestesia. En la vida real hemos incorporado un sinnúmero de sinestesias de las que no somos conscientes:

Por ejemplo, los colores se relacionan, normalmente, con estados de ánimo: el rojo para la ira y el azul para la tranquilidad. De hecho, tanto la presión arterial como el pulso aumentan un poco en un ambiente predominantemente rojo, y disminuyen si hay predominio de azul. Hay estudios que señalan que hay personas que sienten las habitaciones azules más frías que las amarillas, incluso cuando son en realidad un poco más cálidas”. Seymour y O'Connor. 

Otras veces hablamos de sonidos cálidos o de colores fuertes.

Pero también podemos hacer combinaciones de sistemas mediante el solapamiento, para acceder a pensamientos de los que no somos conscientes:

Supongamos que una persona tiene problemas para visualizar. Primero le podemos pedir que vaya a un recuerdo cómodo y feliz, un día en el mar o algo así. Invítela a que escuche el sonido del mar en su interior, y el sonido de cualquier conversación que tuviera. Teniendo esto presente, puede que realice un solapamiento para sentir el viento en su cara, la calidez del sol en la piel y la arena entre sus pies. De aquí a que vea la imagen visual de la arena bajo sus pies o el sol en el cielo, sólo hay un paso. Esta técnica de solapar puede recuperar un recuerdo en su totalidad: imágenes, sonidos y sensaciones”. Seymour y O'Connor. 

En este punto, supongo que ya nos hacemos conscientes de la poderosa herramienta que tenemos entre manos para acceder al mecanismo del funcionamiento de la mente humana. A partir de las palabras adecuadas podemos inducir que alguien vea, escuche o sienta algo, lo relacione con sus experiencias pasadas o lo proyecte hacia el futuro e, incluso, lo sienta como algo que ocurrió aunque no fuera así.

Otro uso útil de los sistemas representacionales en la oratoria 2.0 es la traducción de experiencias de un sistema a otro. La traducción de sistemas representacionales se asemeja al cambio de una lengua por otra: preservamos más o menos los significados pero cambiamos los fonemas y grafemas del código lingüístico. En este caso cambiamos la cualidad de las imágenes mentales.

De tal manera que si a un orador no lo entienden la culpa es absolutamente suya. Nos explicamos:

Usted puede ver un habitación muy desordenada, tener sentimientos incómodos por ello y querer hacer algo. La visión de la misma habitación puede haber dejado indiferentes los sentidos de un amigo o de la persona que comparte su vida, y puede que esa persona se sintiera perpleja al advertir que a usted le afectara tanto. Puede que le etiquetara de supersensible porque no puede penetrar en el mundo sensorial de usted. Podría entender los sentimientos de usted si le dijera que se siente como si tuviera polvos picapica en su cama. Traduciéndolo a sonidos, usted podría compararlo al desagrado que se siente al escuchar un instrumento desafinado. Esta analogía tocaría las cuerdas de cualquier músico; por lo menos estaría hablando en su lenguaje”. Seymour y O'connor.

Cuando la gente no nos entiende y nos lo dice insistentemente, lo que está sucediendo es eso: los predicados de nuestro sistema representacional pueden llegar a ser una barrera en la comunicación. Estamos obligados entonces a traducir. Pero para traducir necesitamos saber en qué sistema se representa el mundo el otro. Lo que hay que hacer en esos casos es traducir nuestra forma de pensar a las imágenes que el otro pueda entender. Usted, por supuesto, puede decidir siempre entre hacer ese esfuerzo o no hacerlo. Esa será entonces la diferencia entre persuadir o no persuadir. Entre comunicarse o no comunicarse. Entre ser un orador influyente o un charlatán.

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